En
los asientos de alrededor de la puerta 19A nos vamos reuniendo un grupo de
personas, a pesar de ser las diez de la mañana, tengo la sensación de que es
más tarde, madrugar, el camino a Carlos Haya ¡maldita caravana!, hoy ha habido
suerte y solo he dado dos vueltas a la manzana para aparcar, la espera para
“los vampiros de la bata blanca” ha sido agotadora, el aire acondicionado funciona
fatal, el ambiente de la sala irrespirable, entrando y saliendo constantemente,
cuando he terminado, he sentido una gran sensación de alivio ¡la suerte esta
echada! me digo para mí, ahora me doy un homenaje y que sea lo que Diós quiera,
me encanta desayunar fuera de casa, que me lo pongan por delante mientras
disfruto del periódico gratuito que me han dado en la puerta del bar, por unos instantes
me abstraigo entre las noticias del “20 minutos”.
En el
pasillo de la puerta 19A nos congregamos los pacientes de varias especialidades
por lo que muchas veces me pregunto quienes serán los que van para hematología
o para otras especialidades, me pregunto quién va delante de mi, a algunos
pacientes de la vecina puerta 20, de oncología,
es fácil reconocerlos, como la paciente que tengo delante, lleva un
pañuelo precioso en su cabeza, de colores y a juego con su ropa, es jóven y
tiene unos ojos grandes y expresivos y
por supuesto tiene muy buen gusto, el pañuelo es precioso.
El
pasillo es un ir y venir de pacientes y acompañantes de un lado para otro, suenan
los altavoces y desaparecen tras una puerta por un momento y pienso ¡ojalá reciban
buenas noticias! y cuando salen, por las expresiones en sus rostros intento
adivinar cómo les ha ido, ¿y a mi?.... bueno, son las diez y cuarto y el resultado
de la analítica suele tardar bastante más. Inmediatamente un baile de cifras
bailan en mi cabeza, me conformaría con........., hasta .......se podría decir
que sigo estable y de pronto me planteo el peor de los escenarios y me invade
la angustia de pensar en esas vacaciones que tenemos pendientes en espera de
estos resultados, en volver a las idas y venidas al hospital, pienso en mi
familia preocupada, en mis patines que tanto disfruto en el paseo marítimo, en
los efectos secundarios de los corticoides, a olvidarme de ese traje tan bonito que me compré hace un
mes y que no podré disfrutar, me pregunto qué he hecho yo para merecer esto, ¡para!,
¡para!, maldita cabecita ¿sirve de algo adelantarse a lo negativo? sé la
respuesta a esta pregunta, vuelvo a mirar el reloj, en cualquier momento me
llaman a consulta.
He
sentido un vuelco al escuchar la fina voz de mi hematóloga decir mi nombre y
apellidos por megafonía, inmediatamente me pierdo tras la puerta, cuando vuelvo
al pasillo la sonrisa en mi rostro deja ver al resto de pacientes el signo de
las noticias recibidas, el pasillo me parece más iluminado, tan claro como mi
futuro inmediato.
NOTA:
Pido disculpas si este relato rompe la línea habitual del blog, mañana
seguiremos......
No hay comentarios:
Publicar un comentario